No es necesario ser creyente para admirar la belleza de cualquier rito.
Daniel tiene el ojo derecho personalizado: amarillo, azul, negro y sin pupila.
Y aunque mi padre no le echó fantasía al asunto yo siempre supe que, a través de este, disfrutaba de una realidad paralela que le hacía encontrar belleza en los objetos menos preciados. A eso lo llamo, "ojo Daniel".
A mi ojo Daniel no le gusta hacer fotos a paisajes, pero tampoco a las personas. El primero por el efecto postal, el segundo por defecto profesional.
Sin embargo, lo que en un principio iba a ser una fotografía de estudiante en la esquina de Broadway con Wall Street, carente de toda gracia, resultó interesante durante los escasos segundos en los que una paloma (más cercana a la plaga y la suciedad que a la paz) rebajó el esnobismo de la estampa con sólo posarse sobre la señal. Qué maravilla. Este tipo de casualidades alimentan a mi ojo Daniel y es lo que he querido simbolizar.
El ojo de Daniel
- Dimensiones (incluido marco): 23x23x3.
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